domingo, 14 de abril de 2013


Poema Annabel-Lee de Edgar Allan Poe (y sus versiones)



Este es mi poema favorito de Edgar Allan Poe, su último poema escrito en 1849. Se cree que fue escrito para su esposa Virginia, fallecida dos años antes. Es un poema muy romántico, y a la vez, fantasmagórico, como sus relatos.


La «Edgar Allan Poe Society» de Baltimore, Maryland ha identificado 11 versiones diferentes del poema que fueron publicadas entre 1849 y 1850. Una importante variación la encontramos en el verso final:

Manuscrito original – In her tomb by the side of the sea (En su tumba junto al mar) 
Versión alternativa – In her tomb by the sounding sea (En su tumba junto al sonoro mar) 

A continuación, las versiones del poema en español por Fernando Maristany, la orginal de Poe, y la versión del poeta Leopoldo Maria Panero:

Muchos, muchos años atrás,
en un reino junto al mar turquí
vivía una doncella a quien quizá conozcáis,
llamada Annabel Lee,
que tenía en la vida un único afán:
amarme y ser amada por mí.

Aunque no éramos más que niños,
en el reino junto al mar turquí,
nos amábamos con un amor tan pleno,
yo y mi Annabel Lee,
que los alados serafines del cielo
lo codiciaban para si.

Fue por esta razón que, tiempo atrás,
en el reino junto al mar turquí
de una nube sopló un viento que heló
a mi hermosa Annabel Lee.
Entonces llegó su patricio tutor
y la separó de mí
para encerrarla en un sepulcro
en el reino junto al mar turquí.

Los ángeles, infelices en el cielo ulterior;
nos envidiaban a ella y a mí,
y fue por eso (como saben todos
en el reino junto al mar turquí)
que de esa nube nocturna un viento sopló
hasta helar a mi Annabel Lee.

Pero era tanto más fuerte nuestro joven amor
que el de toda la gente de allí,
que el de gente mayor y más sabia, ¡oh, sí!
que ni los ángeles del cielo ulterior
ni los demonios bajo el mar turquí
podrán separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.

Pues la luna, al brillar; me invita a soñar
en la hermosa Annabel Lee;
y al salir los luceros veo los ojos certeros
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso, tendido a su lado, las noches,
velando a mi amada, mi amor; mi consorte,
en su sepulcro junto al mar turquí,
el mar que ruge por ella y por mi.





V.O.
It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of Annabel Lee; —
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea;
But we loved with a love that was more than love —
I and my Annabel Lee —
With a love that the wingéd seraphs in Heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her high-born kinsmen came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre,
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in Heaven,
Went envying her and me —
Yes! — that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we —
Of many far wiser than we —
And neither the angels in Heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee: —

For the moon never beams, without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise, but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee: —
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling — my darling — my life and my bride,
In her sepulchre there by the sea —
In her tomb by the sounding sea.



Versión de Leopoldo Maria Panero, un poeta maldito que vive ingresado en un psiquiátrico (publicado en de Poesía. 1970-1985 ( Visor, 1986): 


Hay un nombre cuyo ruido hace
temblar al aire como si fuera de algo
el de mi hermosa ANNABEL LEE: el de una niña
que me amó como si yo algo fuera
y que al morir supo tan sólo
a Dios decir un nombre, un ruido:

ANNABEL LEE.

Yo era una niña y ella casi un niño
nadando los dos bajo el mar; pero
nos amábamos ambos de algo como hierro
y llorábamos juntos los dos, bajo el cielo.
Y fue ese el motivo quizá por el que un día
una lágrima cayó del cielo disolviendo
como un ácido el cuerpo que temblaba
de mi hermosa, de mi pálida ANNABEL LEE, y entonces
vinieron sus padres, gente de dinero
a hacerse cargo del alma, y dicen
que la enterraron bajo el mar.

Pero hoy los huesos de una niña bailan
allí junto a una roca, cerca
de aquel reino moribundo que hay
debajo del mar, y cantan
aún esa canción demente, la
de los seres que
se enterraron juntos pronunciando
a solas el nombre de

ANNABEL LEE.



Reproducción del poema original:















Otra versión musical. Ahora es Enrique Bunbury quien canta:


Ahora canta Gilad Hesseg, en su versión:


JOSÉ DE ESPRONCEDA